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Toulouse, Toulouse, France

miércoles, 19 de noviembre de 2014

D*i*v*a*g*o

Una obra de arte cualquiera que esta sea cuyo autor es desconocido, ¿nos pertenece a todos? De ser así, ¿somos todos, de cierta forma, anónimos? O, por el contrario, no pertenece a nadie; es algo hecho por un sin rostro, por un sin manos, por un sin.

Hay tantos momentos en la vida que se solucionarían eliminando las distancias.

La confianza es tan difícil ganarla y tan fácil perderla. La confianza cuesta tanto darla y duele tanto quitarla, aun cuando ninguna de las dos cosas sea un acto premeditado.

Si no amar es más fácil que amar, ¿para qué amar? El orgullo indica: antes de ti vivía bien, después de ti viviré mejor. El orgullo jamás habla de lo que sucedió entre el antes y el después.

Mi autoestima me habla, tan linda ella; sólo me dice cosas bonitas.

La empatía es, definitivamente, la peor de mis cualidades; la mejor de mis virtudes.

Si nunca te has construido, ¿cómo esperas reconstruirte?

Si pudiésemos ser siempre conscientes de cuanto nos afecta una decisión por muy pequeña que sea. Impresiona ver que algo tan vago puede ser tan trascendental.

La muerte te visita una vez y te lleva con ella. La tristeza hace visitas esporádicas y se queda a tomar el café. La alegría llama por teléfono y, a veces, pasa una temporada contigo. La soledad te viene a ver con maletas y no se irá hasta que golpeen otra vez a tu puerta.

A veces pasar por un mal momento te hace olvidar cómo eran los buenos. Hay que tratar de vivir los buenos momentos de manera a no recordar los malos. Todo es efímero; sea bueno o sea malo.

Se necesita a los estúpidos para ser considerado inteligente.

Para que algo sea superado debe ser, de alguna forma, destruido.

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