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Toulouse, Toulouse, France

viernes, 26 de octubre de 2007

La libertad es libre.

Caminaba, casi corría, sentía su respiración en el cuello, esas manos que querían tocar, que querían sentir como su piel se resistía con un temblor angustioso.

- Será más difícil huir -se dijo con angustia-, quizás debería aceptar que me atrape, yo busqué esto, me lo merezco.

El pánico se apodero de su cuerpo, comenzó a correr, lo que provoco que comenzaran a perseguirlo... !Dios! si hasta sentía sus labios en los suyos, sus manos en su cabello, su cuerpo palpitando cerca del suyo. Corrió mas deprisa.

- Si salgo de esta - se decía- Dios, si salgo de esta, juro cambiar... creo que podre cambiar, creo que podre volver a comenzar, claro que si..

Corrió mas rápido, ya visualizaba la salvación.

- Si salgo de esta, si logro huir, seré libre... yo mismo dejare de perseguirme.

Creía correr por su libertad, nunca se pregunto las razones de su persecutor, nunca pensó en la real motivación del otro.
Corre mas rápido, dobla por aquí, corre... dobla otra vez... Tienes que lograr cambiar de dirección antes que el te vea hacerlo, conoces mejor el lugar, por eso... vamos, no mires atrás. Diablos ! Sigue ahí, esta detrás tuyo... corre!!!
Sentía que su respiración comenzaba a flaquear.

- Dios, perdón... -sollozaba casi -, perdón... ayudame.

Si lograba huir, la luz volvería a posarse sobre su rostro, lograría volver a ver las cosas claras, su destino ya no seria marcado por lo que otros creían o por lo que el erróneamente creía de si mismo. Solo un par de pasos mas, tendría que cansarse en algún momento.
Vamos, vamos...
Le sacó ventaja, lo suficiente para tranquilizarse y detenerse a pensar un poco.
A lo lejos vió una iglesia.

- Ahí podre estar protegido -sonrió -, en el peor de los casos entrara a buscarme, pero no podrá armar un alboroto ahí dentro, si veo que entra me meto en el confesionario y me quedo ahí hasta que se vaya, si no entra, me quedare unos minutos aquí y después saldré, mi casa no esta lejos y esta pesadilla terminara.

Logro entrar antes que su persecutor apareciera en la esquina.

-Gracias Dios -dijo mientras se sentaba.

Estuvo ahí unos minutos, miraba su reloj a cada instante así como hacia la puerta. No aparecía, empezó a respirar mas tranquilo, diez minutos... ya habían pasado diez minutos. Ahora saldría y se iría derecho a casa, la idea era llegar a ésta sin que lo viera, así nunca mas podrían acosarlo, podría desaparecer en paz.
Parecía una excelente idea, así que después de dar gracias a Dios se dirigió a la puerta, miro a ambos lados y no vio a nadie, salio tranquilo.
Algo raro pasaba, volteo justo en el momento en que era reconocido.

- Como pudo esperarme tanto tiempo? -dijo con angustia.

Volvió a correr, ya no daba mas, estaba cansado, quería rendirse. Le entregaría aquello que le pidieran, ya daba lo mismo.
Lo adelantaron por la calle opuesta, finalmente le cerraron el paso.

- Por qué corrías? -le pregunto.

- Porque no quería hablarte -respondió -, por favor, déjame ir.

- No te das cuenta que vine solo por ti? - lo miraba con rabia e incomprensión- no te dejaré ir hasta que conversemos, me debes eso.

- No quiero conversar contigo, déjame ir, por favor.

Se miraron, se midieron. Finalmente, le sonrió.

- Esos lentes que tienes, puedo verlos?

No supo que responder, cuando iba a decir algo le habían quitado sus lentes.

- Me iré con ellos, si no me sigues no los recuperaras. Ven conmigo, hablamos y te los devuelvo.

Su sonrisa decía otra cosa. Una rabia lo inundo, había huido, había pedido a Dios ayuda y al final nada había pasado.

- Vete con ellos, espero que te queden bien.

Se miraron una vez mas, se fue sin devolverle los lentes. Pero se fue.
Se sentó en el suelo, ahí mismo, donde había sido alcanzado, no quería entrar a su casa, no quería correr el riesgo de que supiera donde vivía, se sentó a descansar.

- Al final, no había cura en huir -se dijo amargamente -, al final no hay salida.

Se quedo entonces, ahí en el suelo, solo sentado y pensando.
Solo sentado.
Solo.