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sábado, 4 de octubre de 2014

Carta abierta a la vida

Vida,

Cuando tenía veinte años creía saberlo todo, cuando tenía veinticinco años creía que antes no sabía nada, cuando tenía veintisiete años creía volver a saberlo todo... hoy a mis treintaiuno sé que sé cosas, pero no tengo claras cuáles son.

Tengo claro que la sangre no tiene mucho que ver cuando se trata de amar (o dejar de amar), creo que lo que importa es lo que vives con las personas que te rodean; entiendo que según el momento una persona puede ser tu persona y que en otro puede estar mas alejada. Creo que nunca debemos olvidar de donde venimos, lo que somos y, sobre todo, hacia donde vamos.

Vida, eres irónica, sárcastica y, generalmente, impredecible. Por mucho tiempo me quejé de esta realidad (de mi realidad), hoy pienso que de ser todo más fácil me habría aburrido tanto durante estos años.
Si un problema no tiene solución, entonces no es un problema.

Vida, tenemos todavía tantas aventuras juntos; tantos vaivenes y tantos momentos de tranquilidad; simplemente no puedo esperar.

Sentirse amado es tan importante, amarse a uno mismo lo es aún más. No concibo pretender que alguien me ame sin amarme yo mismo.

Vida, gracias por las sonrisas; creo que ellas son las verdaderas estrellas (a veces fugaces) en nuestros días más oscuros.

Vida, gracias por los buenos momentos; está en nosotros hacer que pesen más que los malos.

Vida, gracias por las penas; llorar por lo que nos es realmente importante es grato, sentir pena por algo o por alguien a mi modo de ver es positivo y necesario; nos hace reales.

Vida, gracias por mi vida.

A veces creo que la soledad es una compañera infatigable, cuando creo eso intento recordarme que nunca estoy solo pues yo estoy siempre.

Muchos años sin escribir, vida, muchos... una muestra más de que nada dura para siempre, de que está en nosotros hacer que algo funcione, que algo valga la pena.

Insisto vida, gracias por las sonrisas.

David.

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